La tradición católica nos cuenta que, durante la Pasión de Cristo, una mujer se quitó su velo para secar con él la cara del que fuera crucificado. La imagen del rostro de Jesucristo quedó impresa en el pañuelo de lino y éste se ha conservado a través de los siglos, convirtiéndose en un objeto de culto.
La mujer, más tarde, sería llamada Verónica. Atendiendo a su etimología, bien podría derivar del latín verum (verdadero) y del griego Eikôn (icono, imagen), “la verdadera imagen”.
Siglos más tarde de este episodio, a nuestra Camarera del Cristo y de las Stas. Verónica y María Magdalena, Conchi Calvache, no le tembló la voz cuando con humildad y cariño preguntó a Luis Contreras si podría preparar un lienzo de la época con la imagen del rostro de nuestro Señor Jesucristo.
Luis no se hizo de rogar. Aceptó el encargo, creemos, con orgullo y emoción. Muestra de ello es el espectacular resultado de su obra. Deseamos añadir que fue un trabajo que no quiso cobrarnos y que nos confesó un dato muy entrañable para todos los hermanos del Perdón y la Magdalena: la sangre del rostro del Cristo que hay en el lienzo no es solo pintura… no… porque hay gotitas de sangre de los dedos de las tres hijas de Luis.
Aprovechamos la misa del sábado 24 de julio de 2010, en conmemoración a nuestra María Magdalena cuya fiesta había sido el 22 de julio, para bendecir el lienzo y colocárselo a la Verónica. Invitamos a Luis y a su familia, y le regalamos la medalla de nuestra Hermandad.
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